Centroamérica es una región de especial interés. El hecho de estar situada en una zona de unión entre el Norte y el Sur y ser un puente entre el Atlántico y el Pacifico, le concede un valor geoestratégico peculiar que, evidentemente, se refleja en su historia. Desde la independencia, de la que se cumplieron dos siglos el pasado 2021, las crisis regionales no han dejado de sucederse. Es posible identificar tres grandes olas en los que dividir ese tiempo. La primera, desde finales del siglo XIX hasta los años cincuenta. La segunda abarca las décadas de los sesenta a los noventa, con luchas armadas internas en tres países de la región, ambas bajo la aplicación práctica de la doctrina Monroe en la zona. La tercera y última, con el inicio del siglo XXI, la injerencia china y rusa y el crimen internacional organizado. En todas ellas hay diferentes vectores transversales que han incidido de una u otra forma: pobreza, exclusión, falta de desarrollo, etc... Primera ola de crisis Tras los procesos de independencia, la región fue zona de influencia de la proyección comercial de los Estados Unidos (EE.UU.). Desde el temprano año de 1873, con la construcción del ferrocarril en Costa Rica, inició el cultivo de bananos como alimento para los trabajadores. Una década después, se cedía a Minor Cooper Keith centenas de hectáreas y una exención impositiva por 20 años para iniciar dicho cultivo[1]. Keith, fundó la Tropical Trading and Transport Company, que ejercería el control de gran parte de la producción de banano en toda la región. Posteriormente, y tras la fusión de dicha compañía con una importadora de la competencia, la Boston Fruit Company, surgió la United Fruit Company (UFCO). Se iniciaba la era de lo que se denominaría “Repúblicas Bananeras”, expresado por Luis Cardoza y Aragón[2] de la siguiente forma: Hasta 1944 fuimos un Estado dentro de una compañía extranjera. Una Banana Republic con la libertad de Jonás en el vientre del monstruo. ¡Sólo diez años escasos de difícil respiro! De nuevo Washington destruyó nuestra democracia y nuestra soberanía, en junio de 1954. Si hay un tema tratado en Guatemala desde diferentes puntos de vista, y de manera profusa, quizá sea la Revolución de 1944 y la Contrarrevolución diez años después, 1954. Dos premios Nobel de literatura: Miguel Ángel Asturias y Mario Vargas Llosa, han abordado el asunto desde puntos de vista diferentes. El primero en su obra “Week-end en Guatemala”, el segundo en las más reciente “Tiempos Recios”. En la década de los veinte, la presión de la UFCO por el reconocimiento de concesiones otorgadas por el dictador Estrada Cabrera, finalizaron con un golpe de estado que aupó al poder a José María Orellana, mucho más compaciente con la frutera. La UFCO fue una compañía que operaba en Centroamérica consolidando un monopolio artificial sostenido por las presiones norteamericanas, los favores de diferentes gobiernos y la adquisición de tierras, que ni siquiera utilizaba en la producción, con la finalidad de mantener el precio del banano y evitar la competencia o, desde una perspectiva opuesta, para contar con tierras “en reserva” que pudieran suplir las afectadas por inundaciones o huracanes si esos fenómenos se llegaban a producir. Fue expulsada de Cuba después de la llegada de Castro al poder. De forma ilustrativa, el contenido del libro War is a Racket, escrito por el mayor general del Cuerpo de Marines de los Estados Unidos, Smedley Darlington Butler, dibuja un panorama suficiente descriptivo de como Washington trataba manu militari, estos temas de sus compañías bananeras. El párrafo más repetido en foros y comentarios de dicho libro, ilustra lo anterior: “I spent thirty-three years and four months in active military service, and during that period I spent most of my time being a high-class muscle man for Big Business, for Wall Street and the bankers. In short, I was a racketeer, a gangster for capitalism. I helped make Honduras right for the American fruit companies in 1903. I helped purify Nicaragua for the International Banking House of Brown Brothers in 1902–1912. I helped make Mexico and especially Tampico safe for American oil interests in 1914. I brought light to the Dominican Republic for the American sugar interests in 1916. I helped make Haiti and Cuba a decent place for the National City Bank boys to collect revenues in. I helped in the raping of half a dozen 16 Central American republics for the benefit of Wall Street. In China in 1927 I helped see to it that Standard Oil went on its way unmolested. Looking back on it, I might have given Al Capone a few hints. The best he could do was to operate his racket in three districts. I operated on three continents.”[3] Segunda ola de crisis Después de aquellos episodios que afectaron a Centroamérica y promovieron los caudillismos militares, se produjo una segunda época de crisis con el surgimiento de los movimientos de lucha armada: las guerrillas. En un mundo polarizado entre la extinta Unión Soviética (URSS) y los Estados Unidos, y tras el fracaso de instalar misiles nucleares en Cuba, se comenzaron a gestar movimientos beligerantes con los gobiernos de turno en Nicaragua, El Salvador y Guatemala. El discurso se construía sobre la base de la lucha armada como una forma de confrontar a dictadores militares que se sucedían en los distintos gobiernos, pero también sobre la dignificación de la ciudadanía marginada, en algún caso, como en Guatemala, reflejada en el mundo indígena. La realidad, sin embargo, evidenciaba una sórdida confrontación entre dos potencias dominantes que polarizaban el mundo de la segunda mitad del siglo XX. Centroamérica fue el escenario de esa lucha por el control geopolítico de la zona, con la finalidad rusa de incidir en la zona de influencia de los Estados Unidos en una especie de estrategia espejo respecto de lo que los norteamericanos hacían en ciertos países europeos y en Turquía respecto de la URSS. La década de los noventas puso final a esas confrontaciones con la firma de la paz en los países centroamericanos, producto de la disolución de la Unión Soviética y de la falta de apoyo económico y militar a los distintos movimientos que enfrentaban a los ejércitos regulares estatales. El entrenamiento en Guatemala de parte de las tropas que intentaron la invasión de Cuba de Bahía de Cochinos en 1961 y el escándalo Irán-Contra durante la administración Reagan, son dos de los episodios más característicos de la época y de la forma de proceder. Tercera ola de crisis En años recientes, diferentes situaciones han generado una tercera ola de crisis. Firmada la paz, hubo esperanzas de iniciar una reconstrucción retardada como consecuencia del control comercial norteamericano, primero, y, después, de sangrientos años de luchas armadas internas. Sin embargo, tanto Guatemala como El Salvador y Honduras, integran un grupo de “estados colchón” para los Estados Unidos, particularmente desde la perspectiva del combate al narcotráfico, el lavado de dinero, el crimen organizado, el terrorismo y la migración ilegal. Las razones anteriores han podido ser parte del argumento para que tanto Rusia como China presten mayor atención a la región, y de tener relaciones diplomáticas sostenidas con Taiwán la totalidad de países centroamericanos, se hayan cedido el espacio a los chinos. En 2007 fue Costa Rica, Panamá lo hizo en 2017, El Salvador en 2018 y el año 2021 fue Nicaragua. Guatemala y Honduras mantienen embajadas taiwanesas, aunque tras la elección de Xiomara Castro puede peligrar dicha relación, ya que durante su campaña electoral “se comprometió a romper relaciones con Taiwán a favor de Pekín”.[4] La situación geografía descrita, pero también una inercia de corruptela y años de dictaduras militares, terminó por conformar un espacio nuevamente conflictivo asediado tanto por el narcotráfico y el crimen organizado como por las potencias que compiten con los Estados Unidos: China y Rusia. Los acuerdos de paz instauraron democracias teóricas que han ido evolucionando a democracias autoritarias legalizadas. Determinadas elites se han rehusado a dejar el poder con el que colaboraron por años -durante el siglo XX- y en prácticamente ningún país centroamericano, se observado el desarrollo y el progreso que ha existido, por ejemplo, en el sur del continente: Chile, Perú, Colombia, Uruguay, etc. A la fecha, la mayoría de indicadores instituciones divide en dos la región: Costa Rica y Panamá y el resto de países. Aparece, además, una zona particular: el “Triángulo Norte Centroamericano”, conformada por El Salvador, Honduras y Guatemala. Nicaragua, que siempre ha sido una excepción en materia de seguridad pública, parecería haberla dejado de lado tras la consolidación en el poder del binomio Ortega-Murillo . Problemas sistémicos como la pobreza, la corrupción, la impunidad, el crimen organizado, la desnutrición y otros muchos, son pilares comunes de los cuatro países situados al norte y excluyen, aunque no en todo, a los del Sur: Costa Rica y Panamá. Los indicadores sobre la gobernanza[5] dejan ver lo anterior, pero también la no existencia de un cambio significativo en ellos, con excepción de Nicaragua, a la baja desde la consolidación de la actual dictadura. Por otra parte, la dinámica electoral es diferente en todos los países, pero hay ciertas constantes en algunos de ellos. Los casos de El Salvador y Nicaragua observan “cierta similitud”. En ambos, por razones distintas, han alternado en el poder tres partidos políticos en los últimos treinta años, lo que permitió establecer rutas que terminaron por pervertir el sistema más que por optimizarlo (Arena en El Salvador y FMLN en Nicaragua). En Honduras, Costa Rica y Panamá, hay cierta alternancia de dos partidos dominantes, con excepciones. En Guatemala ningún partido político ha repetido, conformándose una suerte de administración pública depredadora del sistema político en los cuatro años en que ostentan el poder las distintas autoridades[6]. En todos ellos, la continuidad de las políticas públicas para hacer eficiente la administración es una deuda histórica, con excepción, en parte, de Costa Rica y Panamá. La dinámica político-social se sustenta fundamentalmente en tres pilares internos:
La presencia china y rusa, y la (falta de) reacción de los Estados Unidos.A ese inestable sistema se agregan diversos problemas sociales en diferente grado de intensidad y según el país: pobreza, desnutrición, falta de trabajo, delincuencia organizada, maras, y otros, todos ellos incrementados por la pandemia del COVID-19, lo que ha generado un aumento de la migración y la consecuente confrontación con la política norteamericana de contención de la misma. La presencia, cada vez mayor, del narcotráfico y del crimen organizado en la política. Diversas publicaciones señalan la presencia del narcotráfico en la región y contabilizan cantidades de toneladas de droga que transitan desde Venezuela y Colombia a Estados Unidos, vía Centroamérica y México. Otras, destacan importantes cantidades de dinero para financiar campañas políticas. Un informe de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG)[7] indica: “El financiamiento de grupos de crimen organizado –particularmente provenientes del narcotráfico– ha sido denunciado, sobre todo en municipios y departamentos fronterizos” (2015-43), y relata como el narcotráfico está relacionado con el poder local, pero también con el nacional, incluso de partidos políticos que ostentaron el poder y todavía cuentan con importante representación parlamentaria. Según las declaraciones de una vicepresidenta del país, ahora condenada y en prisión (2015-58): «No es nada nuevo, yo personalmente lo he vivido. Hay alcaldes que sabemos que trabajan para el narcotráfico y si revisamos el mapa, son alcaldes que están precisamente en las áreas fronterizas, y, ¿quién pone el dinero para estas campañas? El narcotráfico. Eso no es ninguna magia». Investigaciones en proceso han documentado los vínculos entre grupos de narcotráfico y políticos locales en muchos departamentos del país. En uno de los gráficos del informe se atribuye al narcotráfico el 25% del dinero utilizado para financiar la política, y un 50% producto del sobreprecio en contratación de obra pública, proveedores del Estado y “otros financistas”. Teniendo en cuenta que esos datos son de 2015, es fácil extrapolarlos a la actualidad e imaginar la cantidad que representa. Aunque el informe se ciñe a Guatemala, se puede extender, con otros similares, al resto de países de la región. La creciente corrupción, la falta de justicia y la dificultad para alcanzar un grado “necesario” de desarrollo social. La corrupción del sistema político -y, en general, del sistema social-, aunado a la falta de justicia son posiblemente los factores más importante de la actual crisis centroamericana. El Índice de Corrupción[8] sitúa a la mayoría de países de la región en el último tercio de la tabla, o muy cerca de él, entre los 180 que contempla. Algo similar ocurre con el WJP Rule of Law Index[9] -entre 139 países-, ambos con la excepción de Costa Rica, y en menor media Panamá. En lo referente al desarrollo social, y con las salvedades antes indicadas, tampoco el Índice de Desarrollo Humano (IDH)[10] destaca cifras significativas. En los últimos años, han sido procesados, detenidos, juzgados, extraditados y/o encarcelados gran cantidad de políticos y varios presidentes, alguno de los cuales ni siquiera terminó su mandato constitucional:
La muestra anterior pone de manifiesto el nivel de corruptela imperante y la forma de operar de muchos políticos. Difícilmente se puede encontrar una región en el mundo que concentre esa cantidad de incidencias (y no están todas). Es evidente, tal y como reflejan otros indicadores, la dificultad, en esas condiciones político-sociales, de atraer inversiones, superar la impunidad, generar mejor inversión en gastos sociales -salud y educación, primordialmente- o mejorar el sistema de justicia. Otros informes revelan, según el país y el año, que entre el 20/30% del total de los presupuestos del Estado está sujeto a la corrupción y que los costos tienen un impacto negativo entre el 3/7% en el Producto Interno Bruto (PIB). El autoritarismo y la normalización de un modelo de democracia autoritaria. Las democracias de la región no satisfacen la expectativas de los ciudadanos, lema bajo el cual se agrupan las diferentes críticas. En distintos informes del Latinobarometro[11], se ha puesto de manifiesto la insatisfacción de los centroamericanos con sus gobiernos. De esa cuenta, “muy satisfechos o más bien satisfechos” se declara el 29.8% de los centroamericanos; el resto (70.2%) se definen como “no muy satisfechos o nada satisfechos”. Curiosamente es Costa Rica uno de los países más críticos con 75.7% de insatisfacción, menor que Honduras (84.1%) y seguidos de Panamá (75.4%), Guatemala (72.4%), El Salvador (51.1%) y Nicaragua (61.5%). Los procesos de paz, la cooperación internacional y otras acciones parecieran no haber servido para crear un clima adecuado de inversión y desarrollo regional, y diferentes datos configuran una región sustancialmente fracasada e incapaz de superar autoritarismos, populismos o dictaduras. La presencia china y rusa, y la (falta de) reacción de los Estados Unidos. Entre 2005-2020, los proyectos chinos crecieron en toda América Latina hasta alcanzar los 138: 53 de energía, 10 en puertos, 8 telecomunicaciones y 49 transportes, todos sectores estratégicos.[12] En Centroamérica, determinadas circunstancias políticas hicieron que algunos países de la región -El Salvador y Nicaragua- apostaran por establecer/fortalecer relaciones con la nación asiática. Sin embargo, es más complejo comprender lo que pudo animar a Costa Rica o Panamá a cambiar sus relaciones políticas con Taiwán en favor de China. Quizá fue la construcción de infraestructura, la donación de ayuda y los créditos blandos, entre otras cuestiones, lo que pudo facilitar el acercamiento y hacerlo más “rentable”. El apoyo chino a los países centroamericanos afines -bajo la cobertura de la denominada “diplomacia de las vacunas”[13] durante la crisis del COVID-19- fue una realidad que no se observó en los cercanos a Taiwán. Se ha establecido una relación política, reflejada en apoyo económico, que se percibe beneficiosa para aquellos que dieron el paso y establecieron relaciones diplomáticas con China a pesar de las alarmas que saltaron con el caso del préstamo de un banco chino para la construcción de la autopista Bar-Boljare en Montenegro.[14] En este sentido, es necesario recordar la enorme inversión anunciada en Nicaragua, aunque no ejecutada a la fecha ($50,000 millones), para la construcción de una canal interoceánico alternativo al de Panamá o los $1,100 millones para una terminal de buques postpanamax denominada Panamá Colón Container Port (PCCP).[15] China busca un espacio geopolítico que le sirva para confrontar a los EE.UU., como antes lo hizo la URSS promoviendo y sustentado conflictos armados en Centroamérica y El Caribe -especialmente el caso cubano- y así lograr un posicionamiento estratégico ventajoso. En este complejo escenario, no hay que descartar la tradicional presión norteamericana a los gobiernos regionales, lo que puede generar un par de fuerzas opuestas pero complementarias. Un elemento que evidencia esa confrontación permanente es cómo a mediados de mayo del 2022, en el Parlamento Centroamericano, se alentaron discrepancias -activadas por diputados nicaragüenses- sobre China-Taiwán, evidentemente a favor de la primera que es la que sostiene y aplaude dictaduras y populismos. Si en condiciones “normales” lo chinos entraron en la región, se establecieron y desplazaron a los taiwaneses, es de suponer que en estos momentos políticos, en los que Estados Unidos tiene varios frentes internos y externos (Ucrania, elevada inflación, migración no controlada y elecciones en noviembre), consideren que es más fácil actuar, y de mayor rentabilidad política. El gobierno ruso, por su parte, ha sido un eficiente proveedor de armas a Nicaragua, particularmente un batallón de tanques T-72B1, además de misiles antiaéreos, lo que representa un serio desequilibrio de fuerza en la región, en el contexto de lo estipulado en el Tratado Marco de Seguridad Democrática. Pero lo más preocupante desde la perspectiva estratégico-operacional es la estación “Chaika”, un sistema alternativo al GPS que concede cierto grado de libertad de acción al tradicional enemigo norteamericano, y dentro de su espacio de influencia. Nicaragua es uno de los países -el único de América Latina- que ha participado en el reciente ejercicio Vostok 2022[16]. Reflexiones finales A diferencia de las dos primeras olas, en la región concurren ahora más actores. Del papel único norteamericano en la primera y de la disputa con la extinta URSS en la segunda, actualmente China, Rusia y el narcotráfico y el crimen organizado, tienen enorme injerencia en la zona. Da la impresión de que, además, esos otros actores, no “compiten” entre ellos sino que cada uno se reserva un espacio o mantienen un silencio cómplice y complementario. China actúa a través de la geoeconomía, Rusia por medio de la geopolítica y la delincuencia organizada sobre cuestiones sociales y económicas, en niveles económico-sociales, “inferiores” a los anteriores. Otros actores inciden de forma indirecta al generar vectores de proyección ideológica, como son Cuba y Venezuela. También la guerra contra las drogas en Colombia y México, se refleja en la política regional. El tradicional papel de los Estados Unidos parece haber desaparecido o, al menos, se ha desvanecido. El gigante del norte está concentrado en su política exterior en Asia y Oriente Medio y en su catarsis política interna, prestando atención primordial al fenómeno de la migración en la región, pero dejando de un lado su tradicional padrinazgo. Ello ha permitido la penetración rusa, pero sobre todo la china. Lo que subyace, en el fondo, y en esta tercera ola se corrobora, es el ejercicio del poder, la voluntad de dominar y controlar un espacio geoestratégico -el centroamericano- de interés para esas potencias y en el que, desde hace años, se libran batallas -a veces silenciosas- en las que los habitantes del lugar padecen las consecuencias. Aquella doctrina Monroe de “América para los americanos” -traducida realmente por “América para los norteamericanos”- ha enfrentado fuertemente cualquier injerencia extranjera y confrontado con los medios disponibles o utilizables en cada momento: violencia, invasiones, dictadores, dinero, tecnología o listados de personas no deseables, pero ahora parece declararse ausente o derrotada. [1] Más información en: https://historiacostarica.wordpress.com/2010/07/07/minor-keithel-ferrocarril-de-costa-rica-y-la-united-fruit-com/ [2] La revolución guatemalteca de 1944. Dólares en Guatemala. Pensamiento crítico. La Habana, número 15, abril 1968. Páginas 104 [3] En: http://kether.com/words/butler-smedley--war-is-a-racket-1.pdf [4] China vs. Taiwán: qué países de América Latina y el Caribe reconocen a Taipéi. En: https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-59608726 [5] Banco Mundial. Cada valor anual es la media aritmetica de las seis variables que integran el indicador: Voz y Rendición de Cuenta, Estabilidad Política, Estado de Derecho, Control de la Corrupción, Efectividad del Gobierno y Calidad de las Normas. [6] El * en rojo indica que hubo algun incidente que impidió que el gobernante finalizara su periodo de tiempo. [7] El financiamiento de la política en Guatemala (2015). [8] Indice de Percepción de Corrupción 2021. En: https://www.transparency.org/en/cpi/2021 [9] https://worldjusticeproject.org/rule-of-law-index/ [10] https://report.hdr.undp.org/es/index.html (191 (Incluye 191 países). [11] https://www.latinobarometro.org/lat.jsp [12] https://www.redalc-china.org/monitor/images/pdfs/menuprincipal/DusselPeters_Monitor_Infraestructura_2021_ESP.pdf [13] Mas información en: https://www.cidob.org/es/articulos/anuario_internacional_cidob/2021/la_diplomacia_de_las_vacunas_retos_y_oportunidades_para_mexico_y_centroamerica [14] https://www.elconfidencial.com/mundo/europa/2021-05-24/acabara-china-comprandose-montenegro_3088763/ [15] Más información en: https://dusselpeters.com/CECHIMEX/20200120_REDALC_CECHIMEX_Relaciones_politicas_e_internacionales_2019_Jose_Ignacio_Martinez_Cortes.pdf [16] https://www.dw.com/es/vostok-2022-putin-inspecciona-fin-de-maniobras-militares-con-china/a-63029318 https://www.heraldo.es/noticias/internacional/2022/09/06/putin-ejercicios-militares-1597993.html Autor: Pedro Álvarez Trujillo Ha sido oficial del Ejército de Tierra de España (Teniente Coronel diplomado de Estado Mayor) y, actualmente, se desempeña como decano de la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales en la UFM-Guatemala.
1 Comentario
Freddy De Geytere
25/9/2022 08:54:48 am
Felicidades con este articulo que guardare!
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