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Tras la democracia fatigada en América Latina ¿qué puede seguir en 2023?

19/12/2022

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​Dentro de la heterogeneidad de los países latinoamericanos hay un diagnóstico que se viene repitiendo desde al menos 2019 de que la democracia en la región está fatigada. Ello es así porque, a pesar de la elección casi generalizada de los poderes del estado mediante comicios razonablemente libres, competitivos, con resultados aceptados por las partes y generadores de alternancia, la gente está descontenta y hay una severa crisis en la representación política. El descontento que producen expectativas que no se cumplen se refleja en la gente en la calle y en la desconfianza generalizada de la población en las instituciones. Por su parte, los partidos políticos, que han sido los canales monopolizadores de la política durante lustros, están desdibujados y se ven subvertidos por candidatos con propuestas extremadamente personalistas y estrategias comunicacionales que fomentan discursos polarizadores...
Este escenario, al que las nuevas formas de comunicación y de intermediación que trae consigo la exponencial transformación digital ha contribuido en su configuración, se ha visto agravado por la pandemia dibujando un panorama preocupante. En medicina la astenia es el estado que sigue a la fatiga cuando las cosas no van a mejor porque la ausencia de aire, la sensación de ahogo invade a quien la padecía. ¿Está la democracia en los países de América Latina al borde de caer en este estado?
 
Hay tres ámbitos que configuran la existencia colectiva sobre los que conviene poner siempre la atención cuya interrelación componen un conjunto sistémico: la sociedad, la economía y la política. Poner el acento en uno u otro de los vértices que constituyen esta figura con visos de modelo ideal en el que en el epicentro se puede situar a la democracia es tarea de especialistas de disciplinas diferentes. Sin embargo, existe siempre la posibilidad de analizar tendencias a la luz de la experiencia pasada y del análisis comparado. Fruto de esta contingencia puede avizorarse un horizonte incierto para el futuro inmediato. El año que comienza supone un reto para llevar a cabo este ejercicio.
 
El panorama de la democracia en los países de América Latina en 2023 puede contemplarse desde una preocupación triple que puede seguir los ámbitos recién señalados. Desde la perspectiva de la política, y en la medida en que las elecciones son el hilo conductor de la misma, el año tendrá una actividad reducida puesto que solamente están previstas constitucionalmente tres elecciones de ámbito nacional (presidencial y legislativo) en Paraguay, Guatemala y Argentina, y unas elecciones extraordinarias que con gran probabilidad se celebrarán en Perú para mitigar los efectos de la crisis que invade en la actualidad al país. 
 
En los cuatro casos la incertidumbre es total. Por un lado, las candidaturas están por definirse, y, por otra parte, la lógica que ha presidido los últimos comicios en los países vecinos de castigar al partido (o coalición) gobernante es probable que se replique en Paraguay (rompiéndose la hegemonía del Partido Colorado) y en Argentina (mandando al peronismo a la oposición) algo que, sin embargo, no va a suceder ni en Guatemala ni en Perú donde los gobiernos salientes están estructurados sobre plataformas tan líquidas que la continuidad es por sí misma imposible. Además, en este último país es muy probable que la dinámica de lo acontecido en diciembre de 2022 le introduzca en la senda de la reforma constitucional.
 
Fuera de lo electoral, la política girará sobre todo en torno a cinco aspectos que habrá que seguir con interés: el renovado impulso al proceso de reforma constitucional chileno con alta probabilidad de que se cierre antes de fin de año; los primeros pasos en el gobierno de Lula dispuesto a seguir su actuación previa del presidencialismo de coalición para lo que ya anunciado el regreso a un alto número de ministerios; el asentamiento del gobierno de Petro con relación a las reformas estructurales que presente seguir aprobando en Colombia, así como con respecto al acuerdo con la última guerrilla vigente (ELN); el debate interno en MORENA para dirimir la candidatura que concurrirá a las elecciones presidenciales de México de junio de 2024; y, finalmente, como asunto transversal, si se asienta o no el papel de China en la región como primer socio comercial e inversor a tenor de la celebración de la cumbre entre América Latina y la Unión Europea.
 
Los ámbitos social y económico vienen estrechamente ligados por cuanto que se enmarcan en un cuadrado definido por: la tenaz persistencia de la desigualdad; el papel de grupos ilegales que ponen en jaque al estado y ensombrecen la convivencia con la extorsión y la violencia; la persistencia de flujos migratorios que reflejan la profunda insatisfacción que invade a sociedades que no encuentran esperanza; y, de acuerdo con la CEPAL, un magro crecimiento económico del 3,7% en 2022 (poco más de la mitad de la tasa del 6,7% registrada en 2021) con una estimación para 2023 de desaceleración con una tasa del 1,3%.
 
Autor:
Manuel Alcántara Sáez
Politólogo español, catedrático en la Universidad de Salamanca
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