El momento electoral del “entre dos vueltas” marca la agenda política inmediata del Ecuador y pone a los dos candidatos finalistas en el ojo del huracán. Si bien el próximo 15 de octubre se definirá la próxima presidencia que estará en funciones hasta el 2025, el destino del país está lejos de definirse en esa fecha. Y es que, en estos últimos años, muchos acontecimientos -particularmente violentos- han inaugurado “primeras veces” y con ellos se han cruzado líneas rojas: coches bomba en comisarías policiales; masacres masivas en cárceles; tiroteos en barrios, centros comerciales y viviendas; pronunciamientos “oficiales” de líderes criminales; alcaldes, concejales, fiscales asesinados; y, por último y más impresionante, el magnicidio de una candidato a la presidencia, a plena luz del día, a pocos días de la primera vuelta electoral. A cualquiera de los dos candidatos les tocará encarar una agenda compleja, incierta, plagada de trampas, manejada por los hilos de los intereses tras bastidores que cada vez más aparecen como oscuros, opacos, difusos. Y en esa neblina, al pueblo elector le queda menos herramientas para poner un poco de luz y decidir -con su voto- las condiciones para su futuro.
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El escenario pretendía recrear un ambiente apto al anuncio: cierta solemnidad, cierta autoridad en el tono de voz y algunos códigos institucionales reconocibles para la ocasión. Como telón de fondo, una inmensa pantalla de uno de los Centros ECU 911, herencia de la estrategia de hipervigilancia con fines securitarios y políticos montada durante la “Revolución Ciudadana” del expresidente Correa. Como atuendo, la gorra con una insignia de Fuerzas Especiales del Ejército ecuatoriano y una camisa liviana. Así, el presidente ecuatoriano Guillermo Lasso comunicaba en cadena nacional, el pasado 1 de abril, que, entre otras medidas, en el Ecuador se permitiría nuevamente el porte y tenencia de armas para defensa propia de civiles. El mensaje, según sus mismas palabras se quería “claro y elocuente” dentro de una “Cruzada por la seguridad” que buscaría combatir “la delincuencia, el narcotráfico y el crimen organizado” como los enemigos comunes identificados. Los debates en pro y en contra de aquella medida en particular, y sus interpretaciones a la luz del contexto político actual, se agotaron rápidamente tras el anuncio. Por un lado, los que han visto en la decisión un guiño de Lasso al Partido Social Cristiano que siempre ha impulsado esa política en relación con las armas, y que ahora es un actor clave que podría salvarlo de la destitución en el juicio político que lo tiene en vilo (Mella, 2023). Fuera del círculo político, muchos ciudadanos de a pie aplaudieron la noticia que consideran como un verdadero paso hacía una mayor protección personal contra la delincuencia. Otros, evidentemente señalaron el aspecto preocupante de la medida que podría atizar aún más la violencia en un contexto ya bastante caldeado. Casi paralelamente a la reunión del G-7 en Japón, de hace unos días, para condenar el hostigamiento a Taiwán por parte de China, pero también los lanzamientos de misiles por Corea del Norte, y muy lejos, en espacio centroamericano, “concurrían” otras acciones que pueden enlazarse en un corto espacio de tiempo con aquellos sucesos. En febrero pasado se denunció lo que se identificó como un globo espía chino sobrevolando Costa Rica, seguramente a esa altura y teniendo en cuenta la trayectoria, habría podido analizar en detalle la base aérea Soto Cano, en Honduras, apenas a 800 kilómetros -menos en línea recta- de la capital costarricense, donde hay estacionadas tropas y medios norteamericanos. Un mes más tarde, en marzo 2023, fueron detenidas tres personas en Guatemala al ser reclamadas por Estados Unidos por tráfico de precursores químicos importados desde China, para la fabricación de fentanilo, una droga cincuenta veces más potente que la heroína. Pocos días después, el gobierno de Xiomara Castro decidió romper relaciones diplomáticas con Taiwán y establecerlas con la República Popular China, dejando únicamente a Guatemala con representación diplomática de la isla asiática. Persecuciones a gran velocidad, tiroteos a diestra y siniestra, vehículos blindados abaleados, avión evacuando al detenido despegando inextremis…todo parecido con el rodaje de una narcotelenovela ya no es pura coincidencia. La realidad superó la ficción y lo que se ha visto retratado tantas veces en películas de acción, series a gran presupuesto de las plataformas de streaming, es lo que se vivió en directo en el poblado Jesús María, Culiacán, estado de Sinaloa, al norte de México, el pasado 5 de enero 2023 cuando se puso en marcha el operativo para capturar a Ovidio Guzmán, hijo del famoso capo de la droga mexicano apresado en una cárcel en Estado Unidos, el “Chapo” Guzmán. Lo más lamentable de la noticia, que sin duda merece toda la atención por los 29 muertos que dejó el suceso, es que aquella espectacular captura apenas significa un breve sismo en la geopolítica del narcotráfico y del crimen organizado que lo acompaña, pues si bien significará un éxito para las autoridades mexicanas y estadounidenses, equivaldrá también a un periodo de reorganización de los carteles con su corolario de violencia, que se sufrirá más que nada en los barrios populares de Sinaloa. Fuera de aquello y en esencia, no modificará demasiado la mega estructura transnacional de los negocios ilícitos alrededor de las drogas y el inmenso emporio financiero que la acompaña. En este negocio es bien conocido el adagio “a rey muerto, rey puesto”. Explosiones de coches-bomba, atentados dirigidos contra funcionarios policiales, fiscales o abogados, masacres masivas en centros carcelarios, ataques a instituciones públicas, desapariciones, delincuencia común, violencia de género. Lo que se ve, se vive y se siente en Ecuador hoy no es más que una advertencia, apenas es la punta del iceberg, la punta visible de una inmensa masa fría y oscura que se esconde en las profundidades, una masa que despliega una fuerza inexplicable que absorbe hacía ese abismo todo lo que encuentra a su paso y lo desaparece. Ecuador, una de las repúblicas más pequeñas de la región suramericana ha sido reconocida usualmente como una “Isla de Paz” en medio de las atormentadas historias de violencia de sus vecinos Colombia y Perú. Al mismo tiempo, su céntrica posición sobe el Pacífico y su atractiva moneda adoptada al inicio del milenio después de un controvertido proceso financiero de dolarización, han hecho de este pequeño país un punto estratégico dentro de la maraña de los intercambios legales e ilegales de la trama global... Las reglas de entrada para los venezolanos en Estados Unidos han cambiado en las últimas semanas: México y Estados Unidos han alcanzado un acuerdo para organizar de una forma diferente a la conocida hasta ahora el paso de los migrantes a través de sus fronteras. El acuerdo, que entró en vigor el pasado 12 de octubre, establece que un cupo de 24.000 venezolanos podrá solicitar una entrada de carácter humanitario por vía aérea siempre y cuando cuenten con una persona regularizada de respaldo en Estados Unidos, pero sin pasar por México. Quienes logren entrar a los Estados Unidos por esta vía, podrán trabajar por un periodo máximo de dos años. Una vez finalizado este periodo, podrán tener opción de optar a otro tipo de estatus migratorio. De esta forma se trata de eliminar los riesgos de los viajes por tierra bajo el imperio de los coyotes y las penosas esperas en la frontera... El modelo de seguridad colombiano: oportunidades y limitaciones de una revolución estratégica5/9/2022 El calificativo de “caso de éxito” en política de seguridad suele ser peligroso. Se convierte en un argumento para eludir un análisis riguroso de la estrategia implementada y un pretexto para abandonar cualquier preocupación por el futuro. La historia militar está llena de ejemplos de cómo la complacencia por lo logrado se convierte en antesala del desastre. Basta con recordar cómo los repetidos éxitos bélicos israelíes contra los Estados árabes animaron a Jerusalén a lanzarse a una intervención en Líbano en 1982 que no cumplió sus objetivos estratégicos y se convirtió en una dilatada guerra de desgaste hasta la completa retirada del Ejército hebreo de su vecino del norte. Algo parecido se puede afirmar de la campaña estadounidense contra la insurgencia islamista en Iraq. Entre 2007 y 2008, la exitosa ofensiva que recibió la denominación de “Surge” generó un exceso de confianza que sirvió para alimentar la idea de una rápida retirada de las tropas norteamericanas. El resultado fue una salida prematura de EE.UU. en 2011 que creó un vacío estratégico cuya inevitable consecuencia fue el estallido de una guerra civil, la práctica desmembración del Estado iraquí y el ascenso del grupo terrorista “Estado Islámico”... ![]()
¿El regreso de los generales? Relaciones cívico-militares en América Latina en tiempos de pandemia5/9/2022 Las recientes advertencias de políticos y académicos sobre el resurgimiento del poderío militar latinoamericano como una amenaza a la democracia se fundamentan en la expansión de las misiones armadas en esferas como la lucha contra el narcotráfico y su papel en crisis como la acaecida bolivia Sin embargo, estas preocupaciones no reflejan una realidad en la que las fuerzas armadas han visto reducidos drásticamente sus recursos en las últimas décadas y han quedado bajo el control de gobiernos civiles. En realidad, el nuevo papel que están jugando las fuerzas armadas tiene menos que ver con el crecimiento de su influencia política y más con los débiles esfuerzos por modernizar las administraciones civiles de América Latina. Este fracaso los ha convertido en una herramienta clave para los gobiernos civiles que desean reaccionar ante una crisis, ya sea una emergencia de salud pública o una epidemia de delincuencia. En estas circunstancias, es fundamental que los gobiernos de la región fortalezcan los mecanismos de vigilancia y control de las fuerzas armadas para poder utilizar sus recursos para enfrentar lo que prometen ser años caracterizados por la inestabilidad y la violencia en la región... Leer más ![]()
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