Acuerdo UE-MERCOSUR; ¿Estamos en vísperas de su firma o frente a la sentencia de su eterno letargo?5/2/2024 En las últimas semanas fueron varios los trascendidos que emergieron acerca del posible cierre del acuerdo entre la UE y el MERCOSUR. Tal vez las expectativas eran sobreactuadas y poco reales, lo cierto es que Brasil finalizó su Presidencia Pro Tempore del bloque en diciembre, asumió su lugar el Presidente de Paraguay, Santiago Peña, con una mirada más hacia Asia y Oriente, y todo ello mientras la Argentina, de la mano de su nuevo Presidente, Javier Milei, dio un giro de 360 grados en su política local e internacional. Por su parte Bolivia hizo su ingreso al bloque, y Uruguay no deja de presionar por una mayor flexibilización del bloque y acuerdos de libre comercio con nuevos países como China. Respecto al acuerdo UE-MERCOSUR, ya son casi 25 años de negociaciones y ninguna ha conducido a buen puerto, salvo en 2019, pero luego todo ha quedado estancado nuevamente, y pandemia de por medio, dio oxígeno a los más escépticos del acuerdo.
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Acuerdo UE-Mercosur: la nueva etapa de negociaciones se acerca a un fin de ciclo con final incierto4/10/2023 El acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur lleva más de dos décadas desde el inicio de sus tratativas; pasó por diferentes etapas con años de intensa actividad diplomática y otros en donde no hubo actividad alguna. En el año 2016 se retomaron las tratadas, y a mediados de 2019 se arribó a un principio de acuerdo relativo al comercio entre ambos bloques. Luego el mundo vio, como una nueva pandemia, se cobraba la vida y la salud de millones de personas, la cual terminó comprometiendo seriamente la economía mundial. A comienzos del año pasado, saliendo de los efectos sociales y económicos que nos dejó la pandemia, Rusia invadió Ucrania y desató una guerra que aún no encuentra su fin y que sigue perjudicando a millones de personas directa e indirectamente. El contenido del acuerdo se edifica sobre la base de tres pilares: el principal se refiere a los contenidos en materia económica y comercial, pero también encontramos el relativo al diálogo político y el de cooperación global. El acuerdo preliminar contiene 20 capítulos, que abarcan no solo el comercio de bienes sino también un amplio abanico de disciplinas, arancelarias y no arancelarias. Este acuerdo mixto abarca competencias exclusivas de la UE y competencias compartidas entre la Comisión y los Estados miembros. En este último caso, se requiere la ratificación del Parlamento Europeo y de los Estados Partes. En cambio, el comercio es competencia exclusiva de la UE y si el acuerdo prevé la posibilidad de una aplicación bilateral, el Acuerdo podría entrar en vigencia luego de que lo apruebe el Parlamento Europeo y el Congreso o Parlamento de al menos uno de los países miembros del Mercosur. Próxima a celebrarse la III Cumbre CELAC-UE, que reunirá a los jefes de Estado y de Gobierno de ambas regiones, después de ocho años de interrupción de las citas de alto nivel, los resultados políticos son inciertos y el largo plazo de las relaciones tiene pronóstico reservado. Esto, a pesar del importante nivel que ha alcanzado en las últimas dos décadas la cooperación birregional, ya que la UE es la primera fuente mundial de Ayuda Oficial al Desarrollo y ocupa el primer lugar en inversiones, muy por sobre China y Estados Unidos juntos. El compromiso comunitario con la región durante la pandemia ha sido también muy relevante. A juzgar por las señales que llegan desde Latinoamérica, no parece ser suficiente. Tampoco parece serlo la potente señal de un verdadero salto cualitativo, lanzada desde la UE con la reciente propuesta de la Comisión Europea “Una Nueva Agenda para las Relaciones entre la UE y América Latina y el Caribe”, presentada al Parlamento Europeo y al Consejo hace poco más de un mes, junto con una batería de proyectos emblemáticos del programa Global Gateway anunciados en marzo para 2023, en especial las asociaciones en los temas Digital, Clima y Energía, Transporte, Salud, Educación e Investigación. Iberoamérica enfrenta hoy diversos desafíos. Algunos tienen su origen en la situación interna de los países, otros son impuestos por el escenario internacional; algunos constituyen una herencia del pasado mientras otros son consecuencia de procesos que han tenido lugar en el último tiempo. Dentro de estos últimos, por su transversalidad e impacto, destacan los retos derivados del cambio climático, los que emergen de la transformación digital, las amenazas que se ciernen sobre la seguridad alimentaria y las deficiencias de una arquitectura financiera internacional ideada hace décadas, que no ofrece herramientas adecuadas para paliar los efectos de las más recientes crisis y generar un crecimiento alto y sostenido. Para hacer frente a estos desafíos, la Comunidad Iberoamericana ha decidido reafirmar su apuesta por un multilateralismo sin exclusiones, por las soluciones consensuadas y por la cooperación centrada en las necesidades de las personas. Así lo demuestra el trabajo realizado por los veintidós países iberoamericanos, liderados por la Secretaria Pro Tempore de República Dominicana y apoyado por la Secretaria General Iberoamericana. Dicho trabajo ha preparado el camino hacia la XXVIII Cumbre de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno, que tendrá lugar el próximo 25 de marzo en Santo Domingo, República Dominicana, bajo el lema: “Juntos por una Iberoamérica justa y sostenible.” Como una foto en blanco y negro del siglo XX con aroma a naftalina, es el recuerdo que ha dejado la reciente reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) en Buenos Aires. La VII cumbre del bloque, pareció un documental del pasado -que lamentablemente en la región no es remoto y sigue presente-. Observamos abrazos, palmoteos de espalda, el regreso de Lula y Brasil, la ausencia de Nicolás Maduro y de Andrés Manuel López Obrador. Mayoritariamente se habló de los viejos temas de integración, se volvió con la aspiración de la moneda única regional, el bloqueo de Cuba, democracias fatigadas y los avances de la amenaza “fascista derechista”, entre otros, que dan cuenta de lo poco que se avanza en una región que, para peor, ahora sus mandatarios decidieron hacer las reuniones a puertas cerradas en contra de toda la transparencia que exige la ciudadanía. Por cierto, como era previsible no se hicieron pronunciamientos sobre la falta de democracia en Venezuela y Cuba. El escenario mundial (el político-institucional, geopolítico y económico-social) se está transformando a un ritmo cada vez mayor. El mundo de la post Guerra Fría ha ido desapareciendo a causa de sucesivos cambios de coyuntura: recibió el primer embate en la crisis económica de 2008, que abrió las puertas a la emergencia y consolidación de China como gran potencia. A ello siguieron los problemas internos (polarización política y declive económico) y externos en EEUU (las retiradas de Irak y Afganistán). La pandemia de 2020 y sus efectos económico-sociales (2021-22) y finalmente la invasión y guerra en Ucrania no han hecho sino acelerar el proceso de transformación geopolítica, geoestratégica y geoeconómica internacional. América Latina como región y los países latinoamericanos en particular llevan tiempo ocupando una posición periférica dentro de ese panorama geopolítico mundial. Ha asistido a todos estos sucesos desde una posición secundaria, siendo, sin embargo, alcanzada muy de lleno por las diferentes ondas expansivas de las distintas crisis económicas, geopolíticas y sanitarias por las que ha atravesado la humanidad... |
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