El 13 de agosto se celebraron las elecciones PASO (Primarias Abiertas Simultáneas Obligatorias) y los resultados arrojaron finalmente qué candidatos competirán en las elecciones generales del 22 de octubre. Se presentaron 29 fórmulas presidenciales en las primarias, y en Argentina es necesario contar con un apoyo mínimo de 1,5% para poder continuar en carrera hacia la elección general. Este piso fue superado solamente por 5 fuerzas políticas, La Libertad Avanza (LLA), Juntos por el Cambio (JxC), Unión por la Patria (UP), Hacemos Unidos (HU) y el Frente de Izquierda y de Trabajadores (FIT). Según la Cámara Nacional Electoral, el voto a presidente nos mostró una participación de 69,62% del total del padrón electoral.
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Argentina viene sufriendo un proceso de crisis de alta inflación, con incrementos mensuales que fueron rondando entre el 5% y casi el 9%. Esta situación llevó a la renuncia de los anteriores ministros de Economía (Martín Guzmán, y por tan solo 24 días Silvina Batakis) y hace casi un año el nuevo ministro es Sergio Massa, uno de los co-fundadores del oficialista Frente de Todos, que hace apenas días, fue rebautizado como Unión por la Patria. Durante casi un año de gestión de Sergio Massa en la cartera económica la inflación siguió creciendo, tanto que a nivel global en alimentos Argentina es el segundo país con mayor inflación luego de El Líbano. A nivel global en todos los rubros Argentina ocupa el cuarto lugar como nación con mayor índice de inflación. Y hace tres meses que Argentina es el primer país con mayor inflación mensual de toda la región latinoamericana, incluyendo a Venezuela. El gobierno argentino no puede resolver su desequilibrio fiscal, el gasto público sigue siendo colosal y la impresión de la moneda y el pedido de deuda la solución, la solución con inflación, con inflación e incremento de la pobreza y la indigencia. Nayib Bukele cumple su promesa y se inscribe para competir por la presidencia de El Salvador en 202429/6/2023 El presidente salvadoreño, Nayib Bukele, inscribió el lunes 26 de junio de 2023 su precandidatura para buscar la reelección en los comicios de febrero de 2024, omitiendo los señalamientos de inconstitucionalidad que él mismo sostuvo en el pasado, según informó el partido oficialista Nuevas Ideas (NI). El vicepresidente Félix Ulloa lo acompañará en la fórmula presidencial. Bukele anunció su intención de reelegirse en septiembre de 2022, un año después de un cambio de criterio de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia. Con anterioridad a la decisión de los jueces constitucionalistas, que fueron elegidos en un polémico proceso en la Asamblea Legislativa de mayoría oficialista tras destituir a sus antecesores, un presidente salvadoreño que decidiera optar de nuevo a la presidencia de la república debía esperar diez años, a contar desde el último día de su anterior presidencia para intentar volver a acceder al cargo. Elecciones en Guatemala: el frágil equilibrio de una semidictadura de corrupción corporativa19/6/2023 Conseguir el poder en Guatemala, que todavía implica ganar elecciones (aunque las reglas están cada vez más trucadas), está cambiando ante nuestros ojos. Una clase política tradicional casi universalmente odiada encuentra en esta elección de 2023 una sociedad en constante cambio, incrementalmente más moderna, más urbana y con acceso a nuevos medios de comunicación. La era del TikTok viene después de que los políticos quedasen desnudos debido las investigaciones de 2014 a 2019 de la Comisión Internacional Contra la Impunidad (CICIG) que dejó expuestas sus prácticas corruptas como nunca antes. Las encuestas piden algo distinto, con un 90 % de la ciudadanía considerando que el país va por mal camino y con una población que vota con los pies migrando masivamente desde hace años hacia Estados Unidos. Como respuesta las instituciones controladas por la casta gobernante se han esforzado por bloquear todas las candidaturas de cambio viables, dejando claro que vivimos en un sistema híbrido, de autoritarismo competitivo, donde pueden pelear las elecciones solo los que acuerden debajo de la mesa no cambiar demasiado las cosas. Uno de los problemas más graves que Venezuela ha sufrido durante todo el siglo XXI, y en particular en los años recientes, es el de la desafección política, que se refiere al proceso de distanciamiento y desconfianza de la ciudadanía con respecto a la política, los partidos y hacia la democracia., fenómeno que ha derivado en bajos niveles de participación en cargos y espacios de poder democráticos. Empecemos por observar las cifras generales en torno a los índices de democracia. Basándose en los estudios acerca de las democracias en el mundo realizado por The Economist Intelligence (2021), la fuente venezolana de Runrunes.com (2023) [1] indica que Venezuela descendió casi un punto (de 2,76 a 2,11) sólo de 2020 a 2021, siendo nuestro país el cuarto con peor rendimiento en este índice, casi a la par de países tales como Afganistán, Myanmar y la República Democrática del Congo, los cuales se encuentran en situaciones de guerra interna o dictaduras acérrimas. El presidente Nayib Bukele realizo tres anuncios durante su discurso con motivo de cumplirse cuatro años al frente del gobierno el pasado 1 de junio: La reorganización del mapa administrativo y político salvadoreño, que pasará de 262 municipios a 44; la reorganización legislativa, que se reducirá de 84 diputados a 60, y lo que dijo sería un plan de persecución de la corrupción, que aseguró inició en el mismo momento en el que pronunciaba su discurso ante la Asamblea Legislativa con el allanamiento de varias propiedades del expresidente Alfredo Cristiani (1989-1994). Bukele anunció estas medidas sabedor de que la Asamblea Legislativa, que en su mayoría le aplaudía de pie, aprobará las que le corresponden. Las dos primeras medidas, según anunció, deben estar aprobadas antes de las próximas elecciones de 2024, por lo que podrían influir en ese proceso electoral y cambiar por completo el mapa político de El Salvador. Argentina casi ya ha gastado sus reservas internacionales líquidas en momentos en que se enfrenta a una sequía sin precedentes que le ha hecho perder 21.000 millones de dólares en exportaciones y a una probable devaluación, pocos meses antes de las elecciones del 22 de octubre. Con una estructura productiva que depende del clima, algunos anticipan un nuevo default de su deuda soberana si su ministro de Economía, Sergio Massa, no logra que el FMI sea más condescendiente. Si ello se suma una inflación del 104%, la más alta en 31 años, y un 41% de pobres, no es extraño que en la última encuesta del CELG, Javier Milei –el candidato al que se le califica indistintamente de libertario, anarcocapitalista, utraderechista…– aparezca encabezando la intención de voto con un 29,3%. En la segunda ronda podría enfrentar al alcalde de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, a la exministra del Interior, Patricia Bullcrich, o a un candidato peronista, que bien podría ser Massa, que se inmolaría en las urnas para evitar una debacle peronista, que ha gobernado intermitentemente el país desde los años cuarenta del siglo pasado. El tercer gobierno Lula empezó con una gran coalición de partidos de diferentes puntos del espectro ideológico. Ya en el período electoral, el Partido de Trabajadores se unió a quince partidos, siendo la coalición más amplia que celebró Lula desde que se presentó por primera vez a la presidencia de la república, en 1989. Lo que ya era posible observar en aquel entonces es que la tarea de coordinar este amplio grupo no sería nada fácil. Tal dificultad se presentaba aún más visible con la formación de la base de apoyo al gobierno que incorporó otros tres partidos más bien de perfil de centro, centro derecha y derecha, como MDB, União Brasil y PSD (cada uno de estos partidos tiene tres Ministerios[1]). Intentando garantizar el apoyo de esta amplia y heterogénea base, el gobierno distribuyó cargos entre sus aliados. Sin embargo, la compleja arquitectura que pretende garantizar apoyo y gobernabilidad a Lula ya presenta señales de fragilidad. El ultimo día 03 de mayo, el gobierno sufrió una derrota significativa en Congreso de Diputados, cuando miembros de la coalición votaron masivamente en contra de la propuesta de cambios en el Marco del Tratamiento Sanitario de Aguas presentada por el gobierno, que obtuvo solamente 136 votos mientras 295 diputados votaron en contra. La quietud se identifica, si cabe el término, a nivel macro social, mientras sí se observan pequeños focos, subgrupos con inquietudes particulares y genuinas que protestan, marchan y se expresan en las calles (ciudadanos que se han quedado sin electricidad días, semanas o meses y que no han podido alimentarse ni refrigerarse ni mantener sus comercios abiertos; ciudadanos que protestan por la inseguridad creciente en las calles, ataques, robos, y asesinatos que crecen estrepitosamente; protestas por bajos salarios o falta total de ingresos, frente a subas de precios constantes en medio de un régimen de alta inflación, etc.). Así, existen micro protestas y micro desordenes, de una sociedad argentina que en términos globales parece encontrarse tiesa. Asistimos a la quietud de una sociedad afligida frente a la inquietud de esa misma sociedad perturbada, inquietud que en primera instancia se deduce en base a datos (a datos oficiales), que nos revelan la delicadísima situación macroeconómica que padecemos. Días atrás tuvimos un dólar que casi alcanzó los 500 pesos argentinos, exactamente $495. Cuando gobernó Mauricio Macri ya había escalado considerablemente el precio del dólar (una suba que aumentó de $14,17 a $62,99, momento que culminó su mandato el ex presidente de Cambiemos en 2015), y en aquel entonces, nos perturbamos muchos argentinos, con un temor lógico, porque una devaluación importante genera una inflación importante, y la generó. Al día de la fecha, ya sin Macri, y sí con Alberto Fernández, Cristina Fernández de Kirchner (CFK) y Sergio Massa, nos encontramos frente a un dólar que cotiza en estas horas a $471, y nos perturbamos muchos argentinos, con un temor lógico, porque una devaluación importante genera una inflación importante y la está generando, extremadamente más importante de la ya importante de la “era Macri”. En el resumen de su conocido trabajo “Los peligros del presidencialismo”, el profesor Juan J. Linz afirmaba que: "Una comparación cuidadosa entre parlamentarismo y presidencialismo en cuanto tales lleva a la conclusión que, en balance, el primero es más conducente hacia democracias estables que el último. La conclusión se aplica especialmente a naciones con profundas divisiones políticas y numerosos partidos políticos; para tales países, el parlamentarismo generalmente ofrece una mejor esperanza para preservar la democracia". Su postulado pareciera haber tomado forma con el tiempo y verse reflejado en muchos países latinoamericanos en los que hay una visible pugna entre el legislativo y el ejecutivo, ambos igualmente elegidos por los votantes, y por lo tanto representativos de la sociedad. Aunque esa crisis pudo observarse en diferentes países -especialmente con la entrada del nuevo siglo- la discusión había quedado hasta ahora en el ámbito doméstico. Sin embargo, cuando Nayik Bukele llegó al poder, sin contar con la suficiente fuerza política en el legislativo, sus acciones -desde el ejecutivo- quedaron mermadas. Los escaños se repartían mayoritariamente entre ARENA (37 diputados) y el FMLN (23 diputados), de un total de 84 curules. |