Durante el año 2022, América Latina sufrió cambios políticos contundentes: Países como Colombia, Chile, Honduras y Brasil pasaron de estar gobernados por partidos del espectro de la derecha política a contar con gobiernos de izquierda, aunque se debe señalar aquí, que no es posible equiparar, por ejemplo, la izquierda que representa Gabriel Boric en Chile con la Honduras que gobierna Xiomara Castro. La derecha, por su parte, únicamente gobierna en Uruguay, Ecuador y Paraguay, que acudirá a las urnas el próximo 30 de abril. El año 2023 se presenta como un año de múltiples retos para América Latina en diferentes ámbitos. Estos retos, así como sus correspondientes soluciones, deben ser indicativos para conocer como encara esta zona del mundo la tercera década del siglo XXI. Cada país tiene un desafío concreto al que hacer frente. Al mismo tiempo, la región en su conjunto cuenta con la oportunidad de demostrar una mayor unidad de acción en el concierto internacional para volver a ser un actor decisivo en el nuevo año.
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El panorama político de Centroamérica en este 2023 no mueve en general al optimismo. Las democracias, instauradas en la región entre las décadas de los ochenta y noventa del siglo pasado – con la excepción de Costa Rica-, se encuentran en una situación de crisis y en casos como en el de Nicaragua o El Salvador, en un franco declive. En otros casos como el de Honduras, sin embargo, el escenario muestra tendencias contradictorias, como se verá inmediatamente. La incapacidad de los distintos gobiernos de la región para dar respuesta a las principales demandas de la ciudadanía, unida a la corrupción, han erosionado fuertemente la reputación y el desempeño electoral de los partidos tradicionales. En este escenario de crisis generalizada de la representación política, se han abierto paso en los últimos años nuevos liderazgos que utilizan a los partidos como meras palancas de proyección de sus candidaturas y que llegan al poder aupados por el rechazo al establishment político que siente buena parte de la ciudadanía. The Objective.- El día 1 Lula tomó posesión como nuevo presidente del gigante latinomericano en una ceremonia histórica. Histórica porque era el único hombre que conseguía llegar a la presidencia tres veces e histórica porque, unos días antes, Jair Bolsonaro, había cogido un avión de la Fuerza Aérea Brasileña y se había instalado en Florida, negándose al rito tradicional de pasar la banda presidencial al nuevo jefe del ejecutivo. Pero Lula estaba bien acompañado, primero de su esposa, la primera dama Janja, que pretende marcar un papel muy diferente a la de sus antecesoras, erigiéndose como una mujer fuerte, activa, símbolo del feminismo del gobierno Lula3. Después su vicepresidente, Geraldo Alckmin, que también presente superar la tradición de vicepresidentes decorativos. A pesar de enemigo histórico de Lula, es depositario de la confianza de este, ha sido el nombre encargado de organizar la transición del gobierno y será nuevo ministro de Industria y Comercio y quien dialogará con empresarios, industriales y público más conservador. Además, Lula estaba rodeado de otros 36 ministros que llevarán la gestión de Brasil a sus espaldas... Leer más Comenzó 2023. En Argentina hemos atravesado múltiples situaciones de crisis en los últimos tiempos, situaciones que siguen su curso y parecen guiarnos hacia lugares poco felices. Campeones del mundo En un solo terreno vencimos y a lo grande, hemos ganado el mundial de futbol y millones de argentinos se hicieron escuchar con excelsos festejos desparramando una alegría que resonó y se replicó en varias naciones del mundo. Una buena, buenísima para Argentina. Hablemos de instituciones, de corrupción y de justicia Judicialmente venimos padeciendo arremetimientos constantes desde el poder Ejecutivo al Judicial. Así abundaron amenazas del núcleo duro kirchnerista, advirtiéndonos que “si a Cristina la condenan que quilombo se va a armar”. La condena que finalmente se le dictó a Cristina Fernández de Kirchner (CFK), ex presidenta, actual vicepresidenta, es por la causa Vialidad, que refiere a irregularidades en la obra pública cuando ella fuera presidenta; los fiscales de la causa pidieron que CFK sea condenada a 12 años de prisión con inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos por los delitos de administración fraudulenta al Estado y de ser la jefa de una asociación ilícita. |