El presidente Nayib Bukele realizo tres anuncios durante su discurso con motivo de cumplirse cuatro años al frente del gobierno el pasado 1 de junio: La reorganización del mapa administrativo y político salvadoreño, que pasará de 262 municipios a 44; la reorganización legislativa, que se reducirá de 84 diputados a 60, y lo que dijo sería un plan de persecución de la corrupción, que aseguró inició en el mismo momento en el que pronunciaba su discurso ante la Asamblea Legislativa con el allanamiento de varias propiedades del expresidente Alfredo Cristiani (1989-1994). Bukele anunció estas medidas sabedor de que la Asamblea Legislativa, que en su mayoría le aplaudía de pie, aprobará las que le corresponden. Las dos primeras medidas, según anunció, deben estar aprobadas antes de las próximas elecciones de 2024, por lo que podrían influir en ese proceso electoral y cambiar por completo el mapa político de El Salvador.
0 Comentarios
Argentina casi ya ha gastado sus reservas internacionales líquidas en momentos en que se enfrenta a una sequía sin precedentes que le ha hecho perder 21.000 millones de dólares en exportaciones y a una probable devaluación, pocos meses antes de las elecciones del 22 de octubre. Con una estructura productiva que depende del clima, algunos anticipan un nuevo default de su deuda soberana si su ministro de Economía, Sergio Massa, no logra que el FMI sea más condescendiente. Si ello se suma una inflación del 104%, la más alta en 31 años, y un 41% de pobres, no es extraño que en la última encuesta del CELG, Javier Milei –el candidato al que se le califica indistintamente de libertario, anarcocapitalista, utraderechista…– aparezca encabezando la intención de voto con un 29,3%. En la segunda ronda podría enfrentar al alcalde de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, a la exministra del Interior, Patricia Bullcrich, o a un candidato peronista, que bien podría ser Massa, que se inmolaría en las urnas para evitar una debacle peronista, que ha gobernado intermitentemente el país desde los años cuarenta del siglo pasado. El tercer gobierno Lula empezó con una gran coalición de partidos de diferentes puntos del espectro ideológico. Ya en el período electoral, el Partido de Trabajadores se unió a quince partidos, siendo la coalición más amplia que celebró Lula desde que se presentó por primera vez a la presidencia de la república, en 1989. Lo que ya era posible observar en aquel entonces es que la tarea de coordinar este amplio grupo no sería nada fácil. Tal dificultad se presentaba aún más visible con la formación de la base de apoyo al gobierno que incorporó otros tres partidos más bien de perfil de centro, centro derecha y derecha, como MDB, União Brasil y PSD (cada uno de estos partidos tiene tres Ministerios[1]). Intentando garantizar el apoyo de esta amplia y heterogénea base, el gobierno distribuyó cargos entre sus aliados. Sin embargo, la compleja arquitectura que pretende garantizar apoyo y gobernabilidad a Lula ya presenta señales de fragilidad. El ultimo día 03 de mayo, el gobierno sufrió una derrota significativa en Congreso de Diputados, cuando miembros de la coalición votaron masivamente en contra de la propuesta de cambios en el Marco del Tratamiento Sanitario de Aguas presentada por el gobierno, que obtuvo solamente 136 votos mientras 295 diputados votaron en contra. La quietud se identifica, si cabe el término, a nivel macro social, mientras sí se observan pequeños focos, subgrupos con inquietudes particulares y genuinas que protestan, marchan y se expresan en las calles (ciudadanos que se han quedado sin electricidad días, semanas o meses y que no han podido alimentarse ni refrigerarse ni mantener sus comercios abiertos; ciudadanos que protestan por la inseguridad creciente en las calles, ataques, robos, y asesinatos que crecen estrepitosamente; protestas por bajos salarios o falta total de ingresos, frente a subas de precios constantes en medio de un régimen de alta inflación, etc.). Así, existen micro protestas y micro desordenes, de una sociedad argentina que en términos globales parece encontrarse tiesa. Asistimos a la quietud de una sociedad afligida frente a la inquietud de esa misma sociedad perturbada, inquietud que en primera instancia se deduce en base a datos (a datos oficiales), que nos revelan la delicadísima situación macroeconómica que padecemos. Días atrás tuvimos un dólar que casi alcanzó los 500 pesos argentinos, exactamente $495. Cuando gobernó Mauricio Macri ya había escalado considerablemente el precio del dólar (una suba que aumentó de $14,17 a $62,99, momento que culminó su mandato el ex presidente de Cambiemos en 2015), y en aquel entonces, nos perturbamos muchos argentinos, con un temor lógico, porque una devaluación importante genera una inflación importante, y la generó. Al día de la fecha, ya sin Macri, y sí con Alberto Fernández, Cristina Fernández de Kirchner (CFK) y Sergio Massa, nos encontramos frente a un dólar que cotiza en estas horas a $471, y nos perturbamos muchos argentinos, con un temor lógico, porque una devaluación importante genera una inflación importante y la está generando, extremadamente más importante de la ya importante de la “era Macri”. En el resumen de su conocido trabajo “Los peligros del presidencialismo”, el profesor Juan J. Linz afirmaba que: "Una comparación cuidadosa entre parlamentarismo y presidencialismo en cuanto tales lleva a la conclusión que, en balance, el primero es más conducente hacia democracias estables que el último. La conclusión se aplica especialmente a naciones con profundas divisiones políticas y numerosos partidos políticos; para tales países, el parlamentarismo generalmente ofrece una mejor esperanza para preservar la democracia". Su postulado pareciera haber tomado forma con el tiempo y verse reflejado en muchos países latinoamericanos en los que hay una visible pugna entre el legislativo y el ejecutivo, ambos igualmente elegidos por los votantes, y por lo tanto representativos de la sociedad. Aunque esa crisis pudo observarse en diferentes países -especialmente con la entrada del nuevo siglo- la discusión había quedado hasta ahora en el ámbito doméstico. Sin embargo, cuando Nayik Bukele llegó al poder, sin contar con la suficiente fuerza política en el legislativo, sus acciones -desde el ejecutivo- quedaron mermadas. Los escaños se repartían mayoritariamente entre ARENA (37 diputados) y el FMLN (23 diputados), de un total de 84 curules. El 27 de marzo de 2022 después de una escalada de violencia que terminó con más de 60 muertos aquel día, el presidente salvadoreño solicito a la asamblea legislativa la aprobación inmediata del estado de excepción en el país que se encuentra regulado en los artículos 29, 30 y 31 de la Constitución Salvadoreña de 1983. La asamblea legislativa, con una mayoría holgada del partido en el gobierno, aprobó la medida por primera vez en marzo del pasado año y desde entonces, con periodicidad mensual, tal y como lo establece la carta magna, el presidente Nayib Bukele ha venido solicitando sucesivas ampliaciones que han sido aprobadas por la asamblea legislativa sin excesivo debate, lo que demuestra el debilitamiento que está sufriendo la conversación nacional en El Salvador. Hasta la fecha se han aprobado 12 prorrogas consecutivas de esta medida, una por cada mes transcurrido. La última de ellas entro en vigor el 16 de marzo estando vigente hasta el 16 de abril del presente año. Se da por seguro que el gobierno solicitara nuevas ampliaciones, que serán aprobadas, a su vez, por el poder legislativo. ¿Quiénes son los candidatos y partidos políticos más importantes en las próximas elecciones presidenciales en Guatemala?Hay 29 partidos políticos en Guatemala con aspiraciones para gobernar el país y ocupar cargos públicos, en unas elecciones en las que se renovará el presidente, el vicepresidente, los diputados al Congreso, los alcaldes y los diputados al Parlamento Centroamericano. Miles de precandidatos fueron inscritos por el Registro de Ciudadanos, pero su criterio en la admisión o rechazo de algunos nombres ha abierto la discusión, principalmente, en casos de las fórmulas presidenciales. Las reglas para participar las define la constitución de la República y la ley Electoral y de Partidos Políticos, que establecen requisitos y prohibiciones. En el presente artículo se analizará el caso de los aspirantes que han generado controversia, en unos por su admisión y en otros por el rechazo a participar en la próxima contienda electoral. Este artículo pretendía ser publicado días atrás, pero un asunto atrasó terminarlo a tiempo: debía esperarse que nos comuniquen oficialmente en Argentina el último indicador de inflación mensual, de enero 2023, y con esto deducir también el índice de inflación interanual. Pocos ciudadanos del mundo entenderán por qué este dato es de tanta relevancia, porque, pocas naciones del mundo sufren índices de inflación mensuales preocupantes y conviven con un régimen de alta inflación. Por eso, muchos entenderán que, si uno tiene que esperar este dato para poder hablar del estado de situación integral de Argentina, es porque la macroeconomía de dicha nación no goza de buena salud. Los datos arrojaron la cifra de 6 % de inflación mensual para enero de 2023, y la inflación interanual ya alcanzó el 98,8 %. ¿Qué quiere decir que tenemos estos índices de inflación? Que somos la nación que ocupa el lugar número 5 respecto a altos niveles de inflación, solo por debajo de Venezuela (305,7 %), Zimbabue (244 %), Líbano (142 %) y Sudán (102 %). Y esto quiere decir que esta problemática macroeconómica (que pocos pueden negar, Cristina Fernández de Kirchner (CFK) es de esos pocos) proviene de un significativo problema monetario por el excesivo y sostenido gasto público, y que tal situación está llevando a la Argentina a utilizar desmedidamente “la maquinita de hacer billetes”, lo cual lógica y tristemente resulta en la suba constante de precios y el incremento de las deudas interna y externa. La sociedades suelen ser durables, pero deben renovarse –o a veces, también, reencontrarse– mediante procesos internos cuyo tiempo de vida, en cambio, suele ser mucho menor. El Imperio Bizantino existió por un milenio, pero esta larga existencia estuvo dividida en muchos periodos menores, determinados por los cambios que se fueron produciendo cada tanto. Esta es una verdad de Perogrullo, que sin embargo suele ser olvidada, en especial por los protagonistas de la vida pública, los cuales viven cada momento de auge o incluso los de decadencia como si nunca fueran a acabar. La entropía afecta a todos y a todo, pero al mismo tiempo no hay nadie que no desee perdurar. Hace algo menos de una década, los artículos periodísticos que publicaba en el extranjero sobre la situación de mi país, Bolivia, explotaban el asombro que causaba en los medios internacionales su éxito económico, su crecimiento récord, su muy mejorado bienestar social; así como los peculiares antecedentes del presidente de entonces, Evo Morales, y su aún más curiosa personalidad. Se hablaba entonces del “milagro boliviano”, de las “Arcenomics” (por el ministro de Economía Luis Arce, hoy presidente del Estado), y del creciente empoderamiento indígena bajo una democracia multicultural. Morales tenía una alta aprobación popular y se reelegía una y otra vez con elevados resultados; al mismo tiempo, las victorias electorales del Movimiento al Socialismo (MAS) le ofrecían a este partido más de dos tercios de votos en el parlamento; la oposición no podía objetar demasiado y la mayor parte de los intelectuales de las universidades y los medios apoyaban el nuevo orden, exaltaban las diferencias entre este y los “tiempos neoliberales”, o, en todo caso, matizaban su desacuerdo, si no lo callaban. The Objective.- Cada cierto tiempo, la sección internacional de la prensa retoma su interés noticioso sobre Perú: un presidente destituido, un congreso disuelto, miles de peruanos exigiendo lo primero y/o lo segundo, etc. El ritmo vertiginoso de los respectivos acontecimientos dificulta esa mirada pausada y cautelosa que permite identificar los orígenes de la inestabilidad, las salidas temporales y las soluciones definitivas. Llama la atención que existen interpretaciones de la realidad peruana para todos los gustos. Algunas enfatizan en las causas coloniales del conflicto, fundadas en Estados débiles y excluyentes, en un racismo estructural, en un «menosprecio histórico». Otras tocan las vísceras de nuestras teorías conspirativas favoritas, culpabilizando de la insurgencia a la telaraña del comunismo internacional o indignándose con la represión estatal autorizada por la versión local «mano dura». No faltan las que calzan con fetiches ideológicos, como los que consideran que «Castillo nunca tuvo poder porque era un maestro de escuela rural» (sic), o las que elucubran que «Evo Morales está detrás de la revuelta puneña» (sic).... Leer más |