En el resumen de su conocido trabajo “Los peligros del presidencialismo”, el profesor Juan J. Linz afirmaba que: "Una comparación cuidadosa entre parlamentarismo y presidencialismo en cuanto tales lleva a la conclusión que, en balance, el primero es más conducente hacia democracias estables que el último. La conclusión se aplica especialmente a naciones con profundas divisiones políticas y numerosos partidos políticos; para tales países, el parlamentarismo generalmente ofrece una mejor esperanza para preservar la democracia". Su postulado pareciera haber tomado forma con el tiempo y verse reflejado en muchos países latinoamericanos en los que hay una visible pugna entre el legislativo y el ejecutivo, ambos igualmente elegidos por los votantes, y por lo tanto representativos de la sociedad. Aunque esa crisis pudo observarse en diferentes países -especialmente con la entrada del nuevo siglo- la discusión había quedado hasta ahora en el ámbito doméstico. Sin embargo, cuando Nayik Bukele llegó al poder, sin contar con la suficiente fuerza política en el legislativo, sus acciones -desde el ejecutivo- quedaron mermadas. Los escaños se repartían mayoritariamente entre ARENA (37 diputados) y el FMLN (23 diputados), de un total de 84 curules. No es si no hasta febrero del 2020 que Bukele deja ver el primer acto de autoritarismo, y hasta donde está dispuesto a avanzar incluso vulnerando principios democráticos. Ingresó a la Asamblea Legislativa junto con autoridades y efectivos militares y policiales, y amenazó con disolverla[1]. Sustancialmente no estaba de acuerdo con lo que entendía “como un freno” a su capacidad de ejecución y a las solicitudes que como presidente hacía, sin aceptar que carecía de la mayoría de diputados que aprobaran sus decisiones, algo que cambió meses más tarde.
A partir de entonces, se han observado actuaciones similares en diferentes países -aunque El Salvador no fuera el primero, pero si el más notorio- y la pugna por arrogarse el poder “único” delegado por el votante, ha estado presente en esos otros lugares. Ejemplos de intentos similares que pueden validar el modelo competitivo indicado, han fracasado precisamente porque determinada alineación no ha sido posible, y se han generado desacuerdos y confrontaciones:
Y seguramente se puedan visualizar acciones en que ha faltado la alineación legislativo-ejecutivo en Argentina, Bolivia, Honduras, o Ecuador, por ampliar los casos. En la medida que se han ido consolidando las democracias latinoamericanas, pero también se han visto afectadas por escándalos de corrupción, además de altos índices de violencia y pobreza, pareciera ser que se ha ido divergiendo en lo que alguna vez pudieron ser acuerdos de gobierno o puntuales. Para graficar la situación y hacerla más completa, es posible construir un modelo paralelo al trinomio polemológico (tríada de la guerra), propuesto por Clausewitz: política (razón), ciudadanía (pasión) y fuerzas armadas (voluntad), y la necesidad de alinearlos para ser efectivo. Teniendo en cuenta diversos aspectos y la lucha entre poderes, se puede replicar uno similar en el que se sitúe en un vértice el ejecutivo, en otro el legislativo y en el tercero la ciudadanía. Bukele ha conseguido alinearlos y armonizarlos, y del desencanto general pasó a la capitalización gubernamental -una vez contó con los diputados-, de ahí el éxito de su actuar, y la evidente percepción positiva del percibido. El resto de mandatarios citados no han podido construir ese ficticio triángulo, incluso teniendo la población de su parte, porque el legislativo no ha concurrido. En esta reflexión lo importante pareciera ser justamente la tesis de Linz, en el sentido de que cuando la delegación del poder ciudadano se hace a dos representantes igualmente legales y legítimos, se puede terminar en una pugna cuyos resultados generan poca gobernanza, o incluso, como en Perú, revueltas desastrosas. No hay que quitarle la vista, tampoco, a dicho fenómeno en los Estados Unidos, especialmente en los dos últimos gobiernos y cómo se deja ver, precisamente, esa pugna que muchos circunscriben -no sin razón- al necesario equilibrio de poderes, pero que los ejemplos latinoamericanos parecen apuntar a una futura polarización, aunque ésta se manifieste, sobre todo, en sociedades democráticamente menos maduras. Y es que cuando un presidente es electo por un partido político y debe de representar al Estado, pero además dirigir el gabinete de ministros que implementa políticas de gobierno -y por lo tanto partidarias- es muy difícil despojarse del vector ideológico que impide ver el conjunto nacional sin estar perturbado por la presión partidaria. Si visualiza los 25/30 países más exitosos del mundo en varios indicadores instituciones: democracia, derechos humanos, desarrollo humano, libertad económica, negocios, etc., observará que la inmensa mayoría son monarquías o repúblicas parlamentarias, y con excepciones muy puntuales algún sistemas presidencialistas ¿Es casualidad o falta de tiempo histórico para una evaluación más sólida? Parece haber una hay reflexión pendiente de resolver, pero que los hechos que se viven en muchos países latinoamericanos evidencian y animan al análisis y al estudio de los modelos y los escenarios posibles. Posiblemente, los sistemas semipresidencialistas sean una especie de sucedáneo para el presidencialismo puro en beneficio de una mejor gobernabilidad y precisión en la delegación del poder ciudadano. Lo que está claro es que cada vez más países con sistemas presidencialistas tienen problemas, especialmente cuando el votante utiliza el voto cruzado para elegir, buscando un equilibrio de poder entre dos fuerzas distintas -y muchas veces opuestas- una en el legislativo y la otra en el ejecutivo, lo que termina por generar un desbalance de imprevisibles consecuencias, y normalmente muy baja gobernanza. [1] En: https://elfaro.net/es/202002/el_salvador/24008/Bukele-mete-al-Ej%C3%A9rcito-en-la-Asamblea-y-amenaza-con-disolverla-dentro-de-una-semana.htm Autor: Pedro Trujillo Álvarez Oficial del Ejército de Tierra de España (Teniente Coronel diplomado de Estado Mayor) Decano de la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales en la UFM-Guatemala. Conductor del programa de entrevistas en TV (A Solas) y co-presentador de otro de noticias en el mismo canal (Canal Antigua, Guatemala).
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